martes, 23 de noviembre de 2010

¡Clausuraron Tienda Inglesa y quedé encerrado adentro!


8,154 views

¡Hay que ligar mal!

Yo sabía que podían cerrar el supermercado, pero nunca imaginé que lo iban a hacer conmigo adentro.

Mi mujer me lo había advertido.

—Dale, viejo, dale que están por cerrar.

Y yo me distraje mirando unos melones. Siempre me pasa lo mismo, cuando veo melones me olvido de todo. De repente empiezan a apagar luces y a cerrar puertas.

—¡Viejo! Cerraron las puertas y están colocando unas cintas con letras. ¿Qué dicen?

–Dice “ODARUSUALC”

–¿Quéééé?

–“ IGD ROP ODARUSUALC”

–¡No seas tarado! Estás leyendo al revés, son carteles para leer desde afuera.

No podía creerlo, habían clausurado el supermercado justo cuando estábamos adentro.

Golpeé los vidrios, grité fuerte, salté y me di contra las puertas.

En eso estaba cuando mi mujer me dijo:

–Tranquiiiiilo viejo. Creo que no va a estar tan mal pasar seis días acá adentro. Comida y bebida no nos van a faltar. No tenés que ir al trabajo y nadie nos va a culpar por lo que consumamos… y si me apurás hasta podemos hacerle un juicio al supermercado.

Como siempre, mi mujer volvía a tener razón. ¡Seis días adentro de Tienda Inglesa!

–Vieja ¿dónde querés cenar esta noche?

–No sé, hoy no tengo muchas ganas de cocinar. ¿Por qué no nos instalamos frente a la Rotisería?

Y allá fuimos.

–Marita, llevame a comprar el postre.

–Estoy sirviendo la comida ¿no podés ir sólo?

–Sí, pero siempre quise subirme en esos carritos con forma de auto.

¡¡Y me llevó!! Mi mujer es una santa, me metí como pude en el autito, a decir verdad tuve que sacar las piernas por las puertas y la cabeza por el parabrisas, era la única manera de entrar.

–¡Para allá, para allá… doblá, doblá para los whiskies… pará, pará acá… ahí abajo de la damajuanita de Johnnie… Ahí, la de dos litros…parando acá…. volcá hacia acá…eso es…llene el tanque –y me bajé cuarto litro. Siempre quise hacer esto.

De la Sección Muebles me traje una mesa de roble y dos sillas de ratán. De Cristalería y Menaje traje cubiertos y vasos y nos servimos dos bandejas de Sushi, que para mi gusto estaba crudo.

Lo tuve que cocinar en el microondas.

–Vamos a buscar dónde dormir—dijo la santa.

–Acá. Mirá ese somier, voy a arrimar esas mesas de luz y nos quedamos a dormir acá.

–Yo voy por unas sábanas a la Sección Seis y vos cambiate unos puntos por un ventilador. Si no hay nadie, decí “permisoooo” y tráete uno.

Dormimos como dos angelitos, aunque a las tres de la mañana mi mujer me tocó con los pies fríos… así que me levanté y compré un somier más ancho.

A la mañana temprano salí a correr.

Pasé por la tienda y me calcé unos championes con aire, un short, una remera. Hice 112 góndolas pasando cada 25 por un puesto de hidratación que había hecho en la Sección de Agua Mineral. Cuando pasaba por Frutería manoteaba una naranja.

–Atención por favor, atención por favor—dijo una voz por los altoparlantes– El señor morocho de camisa verde presentarse en Puerta Uno a ver qué quiere almorzar.

–No sé, algo liviano– grité

–¿Un paquete de algodón?– preguntó mi mujer por los altoparlantes.

–Algo rápido, tengo cosas que hacer a la tarde.

–Compro una liebre en escabeche.

Salí a caminar con el único objetivo de hacer todo lo que siempre me prohíben, así que busqué las arvejas. Allí estaban…una perfecta pirámide de más 300 latas.

Agarré una de abajo.

Todavía se puede escuchar el ruido.

–¿Por qué hiciste eso?

–Porque quiero hacer todo lo que no me dejan. Por lo pronto voy a fumarme un cigarrito.

–Pero… vos no fumás.

–Hoy sí. Ahora me voy a la cabina donde ponen la música y voy a poner a Iron Maiden.

–Pero… a vos no te gusta.

–Hoy sí. Vamos, voy a comprar algunas cosas, necesitaría que me hicieras de cajera.

–¿De cajera?

–Sí, es como una fantasía que tengo ¿Viste que la gente que tiene la cabeza podrida se le ocurren cosas raras para hacer en la casa?

–Sí.

–Bueno…yo tengo la cabeza podrida pero para los supermercados. Vení, ponete esta tarjeta con “Lo bueno por menos: Marita” y esta pollera cortita, eso… eso es… sentate en la caja… ahí está…¡¡Daaale!! No seas boba. Yo vengo con el carrito ¿ta? Buenas noches, señorita.

–Buenas noches, señor. ¿Tiene tarjeta de puntos?

–¿Qué le importa?

–No seas malo, si me hablás así…

—¡Daaale, es un juego! Tengo la Hipercard ¿No le sirve? Entonces me voy a sentar en esta cinta por donde corren los artículos.

–¡¡Nooo! ¡¿Cómo te vas sentar en la cinta?!

–¿Ah no? Mirá… permiso. ¿Ve que puedo hacerlo, señorita? Prenda el botoncito por favor, siempre quise que me pasaran por la cinta esta… ¡Eeeepa, no me frene de golpe señorita! Preguntame, preguntame por esta pizza que me estoy robando en el bolsillo.

–Señor ¿Qué lleva en el bolsillo?

–Eehhh…nada…es una….nada… esto lo traía cuando entré.

–Bueno, esta vez puede pasarlo, pero no me lo haga más que me compromete.

–¿Cuánto le debo?

–Son 725 pesos.

–¿725 pesos? Ya vengo.

Y me fui a la máquina de los envases. Metí dos botellas por un lado y las recibí por el otro. Volví a ponerlas y corrí otra vez al otro lado. Varias veces.

–Aquí tiene señorita. Un ticket de 800 pesos en botellas.

–¿Quiere donar dos pesos para el…..?

–¡NOOOOOO!

–No precisa gritar, señor.

–¡¿Ah no?! Siempre quise gritar esto: ¡Noooooo! ¡¡Me niego a donar naaaaada!! ¡¡Escuchen todos en este supermercado!!– dije haciendo bocina con mis manos. –¡¡No voy a donar un maldito peso para nadie!! ¡¡Si quieren ser generosos no me involucren a mí!!! Y menos preguntándome delante de todo el mundo ¿O están esperando que cuando los dueños de los supermercados vayan a la televisión les pregunten delante de las cámaras si están dispuestos a donar 50.000 dólares al INAU?

¡Me nieeeeeegooooo!

–Señor, tranquilícese –dijo mi señora que a esa altura se había creído el papel.

–Y envuélvame para regalo estas tres docenas de huevos… de a uno.

Como se hacía la noche nos fuimos a dar una vuelta por la tienda.

Me metí en el probador de ropa y me probé unos calzoncillos con la puerta abierta, otra de mis frustraciones exhibicionistas acunadas desde mi más tierna infancia. Tiempos en que me escapaba desnudo para la vereda.

–No, este no. ¿No tendrá uno más ajustadito?

–Señor, tiene que cerrar la puerta para probarse la ropa interior.

–Por mí no se preocupe señorita, yo mismo voy hasta la góndola y elijo otro calzoncillo.

–¡Ay, viejo! Creo que tendríamos que salir un poco de acá, tomar un poco de aire otra vez, ver el cielo estrellado de nuevo, esto me está cansando.

–¡Tááá! ¡Ya lo tengo!– dije golpeando mi puño cerrado en la mano abierta. ¡Vamos, subite al carro que te llevo, dale, vaaaamos!

–¿Adónde me llevás?

–A la Sección Camping, pasaremos una noche de aquéllas.

Agarramos un pack de leña y nos fuimos de camping. Armé una carpa entre la Sección Vinos y las heladeras, prendí un fueguito, traje unas plantas de la Sección Jardinería, llené una piscina inflable con agua, fui a la Pescadería y metí una corvina negra en la piscina, desparramé unos mejillones alrededor. A eso de las once decidí pescar la corvina porque se me estaba haciendo tarde para cocinarla.

De madrugada me levanté a descargar un poco de líquido de la cantimplora.

En eso estaba -potus mediante- cuando descubrí una ventana abierta por la que podríamos escaparnos. Le conté a Marita y resolvimos cerrarla para poder seguir adentro.

Me levanté tarde, pasé por la Tienda, me puse un salto de cama y un par de pantuflas.

De Sección Electrodomésticos levanté un cepillo de dientes a pilas y fui a Perfumería por la pasta de dientes. Marita estaba con 10 cremas distintas en la cara, depilándose con cera, haciéndose la tinta y masajeándose con aceite de bebé.

Al mediodía arrancamos para la Carnicería.

Abrí dos vacas enteras hasta que di con un buen asadito. Las desarmé de punta a punta y saqué un asado de tira especial premium. Pasamos por el club de video y me di un gusto postergado: saqué “La camarera ardiente se confiesa” y “Memorias de una repartidora de pizzas”. Siempre quise alquilarlas pero cada vez que iba me atendía la misma señorita y para disimular pedía “El hombre araña 2”.

76 veces vimos “El hombre araña 2”.

A la noche hacía tanto calor que me fui a dormir a la Carnicería. Puse un colchón inflable en la vitrina y me acosté como si estuviera en una cápsula espacial.

–¿Te arrimo una almohada? –preguntó mi mujer.

–Difícil que encuentres algo más blandito que este lomo– contesté y quedé dormido

Al tercer día resucité entre los (pollos) muertos.

Como estaba algo cansado resolví ir a hacer las compras en un tractorcito de cortar el césped de la Sección Jardinería.

Cambiamos puntos por una licuadora y fuimos hasta la Frutería. Allí mismo agarré frambuesas, mango, papaya, cerezas, guindas y me hice una humilde ensalada de frutas.

Dormimos en la Sección Electrodomésticos y puse 12 televisores alrededor, todos prendidos en canales diferentes.

A la mañana jugamos una carrera de carritos en la góndola de los congelados.

Después decidí ir a todos los lugares que tuvieran cartelitos de “Prohibido Pasar”, “Entrada Prohibida”, “Sólo para el personal”, “Área Restringida”, “Si pasa disparamos” ”Campo minado”, etc., etc.

Pensé que atrás de esos carteles habría un mundo mágico, un mundo al que sólo los privilegiados podían entrar. ¡Un verdadero fiasco! Puro depósito y mercadería.

A la noche, mientras escuchábamos música en un equipo Home Theatre, leíamos unas revistas de las que están al lado de las cajas, degustábamos unos langostinos Tiger , un jamoncito Cuadrillé y un Chucrut Alemán, mi mujer me dijo:

–Viejo…estoy podrida.

–Yo también, pero todavía faltan dos días para que abran.

–Extraño viejo, extraño todo lo que nos faltaba.

Y nos fuimos a buscar la ventanita.

Nos costó salir, habíamos engordado bastante, casi quedamos atracados, pero lo logramos.

¡Libres! ¡Libres otra vez!

¡Cómo se extraña lo que uno no tiene!

¡Y eso que nosotros éramos tan devotos de Tienda Inglesa!

Marciano Durán

1 comentarios:

Unknown dijo...

jajajajajajaj!!!

Free counters!
http://contadores.miarroba.com -->