domingo, 26 de septiembre de 2010

El sueldo de un maestro

Por Mónica Ruiz Díaz. Secretaria de Finanzas de Agmer CDC

Publicado en el Revista Presencia Nº 115/setiembre 2010/Tu escuela en al sindicato

Muchos funcionarios, profesionales, empresarios, periodistas, ciudadanos, con más o menos información certera, saben cuál es el sueldo de un maestro y consideran urgente y necesario opinar sobre el tema. Y no es que nos preocupe mostrar el recibo de sueldo, pero ¿con qué fin? ¿Quién más va a mostrar y demostrar públicamente cuánto gana?

Cada vez que se hace más pública la lucha por recomposición salarial de los trabajadores de la educación en Ente Ríos o en el país, surgen los “Opinadores”. Decimos, (digo) “se hace más pública” porque nunca se termina ni se deja de lado, pero hay veces que ante la falta de respuestas de los funcionarios del gobierno, que piden tiempo y más tiempo y más tiempo…, los trabajadores decidimos recurrir a una herramienta de lucha histórica de la clase y vamos a la Huelga.

Y por supuesto, así como durante el tiempo que dura un mundial de futbol “todos son directores técnicos”, cuando los maestros reclamamos porque nuestro salario es insuficiente y se paga violando la Constitución Nacional y Provincial, los opinadores nos cuestionan y nos piden explicaciones: ¿Por qué no les alcanza su sueldo? ¿En qué gastan su sueldo? ¿Cuánto pretenden ganar?

Pero, ¿dónde están las voces de la sociedad que le demanden a los responsables políticos, a los funcionarios de tuno, a los que se quedan con la riqueza de todos? Esas se escuchan menos…

Un taxista me dijo irónicamente hace un tiempo: “¿Por qué ustedes cobran parte del salario en negro si yo pago mis impuestos que son en blanco? ¿En qué momento la plata de todos cambia de color?” Y este no es un comentario menor, pero de eso los opinadores no hablan.

Siempre somos nosotros los que debemos explicar las razones de nuestra lucha, la legitimidad de nuestros reclamos, pero pocos cuestionan la ilegalidad de las decisiones políticas que provocan que los trabajadores tengamos salarios insuficientes y que no garanticen condiciones de vida dignas.

Todo está “Patas Arriba…” como dijera Eduardo Galeano en La escuela del mundo al revés:

“(…) El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo. Sus maestros calumnian a la naturaleza: la injusticia dicen, es ley natural. Milton Friedman, uno de los miembros más prestigioso del cuerpo docente, habla de la taza natural de desempleo”. (…) El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y acepta el futuro en lugar de imaginarlo.(…) En su escuela, (…) son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación. Pero está visto que no hay desgracia sin gracia, ni cara que no tenga contratara, ni desaliento que no busque su aliento. Ni tampoco hay escuela que no encuentre su contraescuela” (…)” [1]

Los trabajadores de la educación, maestros y profesores, sostenemos la escuela pública, junto a los padres de nuestros alumnos, junto a los ordenanzas, cocineros, lancheros, sin recursos del Estado… porque no se puede cocinar con discursos, ni limpiar las escuelas con promesas de campaña, ni enseñar con normas legales que si resguardan las condiciones laborales, salariales y pedagógicas, son guardadas en el arcón de los recuerdos. Pero los opinadores nos piden explicaciones y justificaciones de nuestros reclamos, intentando culpabilizarnos de la situación que no generamos.

Sabrán los opinadores que aunque este año 2010, el glorioso año del Bicentenario, se inició sin huelga docente, lejos estamos de la solución del problema de la educación? No hubo paro docente y no hubo “clases normales” en todo el territorio provincial. ¡Qué contradicción para aquellos que nos pretenden culpar de que con los paros se “lesiona” el derecho a la educación!

¿Sabrán los opinadores que seguimos reclamando frente a los funcionarios indiferentes o sin capacidad de resolución todos lo problemas de fondo y de forma que están sobre la escuela pública?

¿Sabrán que el salario digno es un derecho de todos los trabajadores y tiene carácter alimentario?

¿Sabrán que los gobiernos tienen la obligación de efectivizar el cumplimiento de los derechos y que como dijo José Martí (…) Los derechos se toman, no se piden, se arrancan, no se mendigan (…)?

¿Sabrán que el descuento de los días de huelga es un robo, o como dirían los abogados y jueces un “hurto”? El uso de las palabras no es ingenuo. ¿Quién puede negar la violencia de sustraer parte del salario de un trabajador para castigarlo por la dignidad de su lucha… para que el ejemplo no se replique, para que no pueda decidir con libertad? ¿Sabrán que vamos a seguir peleando por la devolución de los descuentos hasta que los responsables intelectuales, políticos y materiales deban hacerse cargo de sus acciones y decisiones?

Los maestros no tenemos que dar explicaciones, no tenemos que mostrar el recibo de sueldo.

De paso, podemos contarles cómo lo rechazan los bancos al pedir créditos hipotecarios (incluido el banco Nación), porque en ese recibo no se suman los montos en negro que las mismas autoridades nacionales ponen en nuestros sueldos.

Y si quieren les contamos que el IAPV nos pide ingresos de $3000, como mínimo, para poder inscribirnos en los planes de vivienda. También les podemos contar que las empresas de transporte urbano no nos venden boleto obrero porque tenemos un sueldo “superior” a $1900, con el aval de una ordenanza municipal.

Y si no alcanza la explicación, les contamos como hacemos para llegar a fin de mes, cómo mandamos a nuestros hijos a la escuela, cómo buscamos las ofertas para poder alimentar a la familia, cómo vamos un año al dentista y al año siguiente al oculista porque no nos “podemos dar el lujo” de atender nuestra salud todos los días el mismo año.

O les podemos contar cómo se festeja, luego de treinta años de trabajo, “poner azulejos en la cocina”, porque antes de jubilarnos teníamos otras prioridades y “los chicos tienen que ir a estudiar porque es lo único que les podemos dar”.

No tenemos problemas, les vamos a seguir explicando y mostrando nuestro recibo de sueldo, pero también vamos a seguir pidiendo explicaciones y soluciones. Pero no nos quedaremos sólo con esto. Les explicaremos por qué no nos intimidan “las conciliaciones obligatorias” truchas, pedidas y hechas por funcionarios que violan sistemáticamente las leyes que sus legisladores sancionan, y les contaremos cómo luchamos, cómo discutimos, cómo participamos, cómo nos organizamos y nos damos fuerza para seguir practicando la democracia sindical que da vida a nuestro sindicato, donde colectivamente debatimos y resolvemos cómo dar la pelea en defensa de la Escuela Pública. ¡Siempre!

Y haciendo propias las palabras de Claudia Korol les contamos, no ya para que sigan “opinando” desde afuera, sino para que se sumen, que “(…) marchamos porque la inmovilidad nos provoca espanto, y porque tenemos certeza de que nuestro horizonte está aún más lejos que nuestras actuales utopías. Marchamos, caminamos porque solo en movimiento podemos pensar en cambiar el mundo.

Caminamos lento, paso a paso. Preguntamos a cada rato por el rumbo. Volvemos sobre nuestros pasos. Empezamos una y otra vez. Intentamos algún atajo.

Cuando acampamos, no es para descansar, sino para dibuja en la cartografía popular, las señales

de un nuevo territorio liberado, un espacio inventado para la vida verdadera (…)

Nos niegan la esperanza y la cultivamos día a día. En las semillas que desparramamos de una humanidad que no se rinde, que no se entrega, que no se cansa de luchar.[2]



[1] Eduardo Galeano, Patas Arriba, La escuela del mundo al revés. Educando con el ejemplo, Siglo Veintiuno Editores, México, 1998

[2] Fragmentos: Claudia Korol, Razones y sinrazones para la lucha, junio 2005, Universidad Madres de Plaza de Mayo


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