El amor es una energía vital y vitalizante. Freud colocó al amor como principio de la vida. Hay diversas formas de amor: el amor hermano, el amor amistad, el amor sexual, el amor estático. El amor varía de acuerdo con las personas, edades y culturas.
El amor adolescente tiene características peculiares: es impetuoso y arrebatador. Con frecuencia, el amor atropella al adolescente y escapa a las decisiones conscientes y asumidas. En esta atmósfera irrumpe el amor sexual que tiende a oponerse a las decisiones racionales del adolescente, con lo cual muchas veces el adolescente se ve llevado a hacer lo que no quería hacer. Por esa razón o por falta de racionalidad, el embarazo prospera en la adolescencia. Embarazo no premeditado y no deseado. De ahí el susto y, a veces, el sinsabor.
El embarazo en la adolescencia ha aumentado, lo cual debe preocupar a la conciencia humana, social y cristiana. Pero no se puede enfocar el asunto con curiosidad mórbida ni con moralismo patológico. La adolescencia es una fase decisiva en la vida. El adolescente es inteligente y tiene su madurez, pero no siempre alcanzó la madurez orgánica, psíquica, social, económica, educativa y moral para el embarazo autorresponsable. Es obvio que en este período de la vida los jóvenes sufren dificultades para cargar con las obligaciones de un embarazo precoz.
También la sociedad necesita tener madurez en el asunto. Hay que respetar, acoger y comprender a las jóvenes que se embarazan pues es absurdo humillarlas y discriminarlas. Es inadmisible estigmatizarlas, hay que tratarlas con ternura. Muchas dan muestra de grandeza, ya que luchan solas para llevar hasta el final su embarazo: combinan amor y coraje.
Es necesario hacer algo positivo para prevenir el embarazo precoz no deseado. Es indispensable la información científica sobre la sexualidad, pero el adolescente precisa descubrir también el sentido pluridimensional de la sexualidad para poder autoconducirse. Además de conocer la sexualidad el joven deberá prepararse concretamente para vivirla con actitudes maduras. De esta manera la sexualidad pasa del nivel zoológico al nivel antropológico. Orientar la sexualidad no es reprimirla, sino cultivarla; no es incinerar el placer, sino humanizarlo.
Para alcanzar ese objetivo hay que dialogar con los jóvenes en forma transparente. Tiene que ser un diálogo “horizontal”, no autoritario; un diálogo de ida y vuelta, no impositivo. Hay que hablar con los adolescentes, no solo hablar a los adolescentes. Hay que escucharlos con respeto; hay que animarlos a definir el sentido y el destino de su sexualidad; hay que estimularlos a cuestionar la presión del ambiente que los fuerza a “tener sexo” antes del tiempo físico y psicológico. La libertad sexual es también rebelarse contra la coacción ejercida por el “sexo social”.
El llamado “sexo social” es el modelo de la práctica social impuesto a las personas por los hábitos de la sociedad, y también por la presión de los medios que fuerza a los jóvenes al ejercicio sexual precoz.
El joven está llamado a vivir inteligente y responsablemente su sexualidad. Fernando Pessoa afirma que “amar es pensar”, y pensar es ponderar, evaluar y medirlas consecuencias. Pensar es asumir el amor.
Juvenal Arduini en: Atreverse a recrear la humanidad. Pág. 111
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